En la entrada anterior tratamos la evaluación de los riesgos en base a la edad y profundizamos un poquito en la importancia que tiene este criterio para determinar de qué manera evitamos o reducimos las lesiones en número y gravedad. En esta nueva haremos eses mismo análisis en base al sistema de seguridad.
Antes de optar por uno u otro sistema debemos tener claro lo que podemos esperar de cada uno de ellos. Veamos:
Silla de espaldas a la marcha: Es la única capaz de hacer todo el esfuerzo liberando la cabeza, el cuello y la espalda de cualquier tipo de lesión por presión, distensión o golpe. Ninguna de las zonas vulnerables es susceptible de sufrir una lesión grave. Existen sillas de este tipo homologadas hasta los 18 o incluso los 25 kilos (6 años de edad aprox.)
Sillas de frente con arnés: Es de todas las opciones, la que más expone al niño a daños importantes, pues la zona más expuesta (y a su vez la más vulnerable) es el cuello. No se requiere de un impacto a gran velocidad (sino de un simple frenazo) para ocasionar una lesión que puede ir de grave a irreversible o incluso mortal. Este tipo de sillas están homologadas hasta un peso máximo de 18 kilos.
Silla con escudo frontal: Con este sistema, la parte más expuesta es la cabeza pues está destinada a sufrir un impacto contra un escudo frontal rígido. A pesar del golpe, la velocidad del impacto ha de ser mayor que en una silla de frente con arnés para ocasionar lesiones importantes, siempre y cuando el niño tenga una edad muy cercana a los dos años y el escudo le quede por debajo de las axilas. Si éste quedara por encima, su efecto no distaría mucho al de las sillas con arnés. En los modelos que hay actualmente, el escudo solo está homologado hasta un máximo de 18 kilos.
Sillas de Grupos 2/3: El sistema de retención en este tipo de sillas es el cinturón de seguridad. Todas las zonas importantes del cuerpo quedan expuestas; por este motivo necesitamos que el niño tenga una edad lo más próxima a los cuatro años, y mejor aún si se se acerca a los 5. Si queremos minimizar considerablemente el riesgo de lesiones, la silla debería estar dotada de respaldo y cabezal.
Cinturón de seguridad: No podemos utilizarlo si el niño aún no ha alcanzado 135 cm. de altura y se recomienda evitarlo hasta que éste mida 150 cm (si el dispositivo lo permite). Siempre y cuando el niño no supere esta altura, deberíamos evitar su uso hasta una edad muy cercana a los 10 años ya que este sistema ha sido diseñado para proteger el cuerpo de un adulto.
Esto es, a grandes rasgos, lo que podemos esperar de cada dispositivo. Evidentemente, como ya explicamos aquí, no todas las sillas homologadas ofrecen la misma seguridad, por lo que es importante analizar qué aspectos marcan la diferencia entre sillas que pertenecen al mismo sistema. De todo ello nos encargaremos próximamente, cuando los analicemos uno por uno en profundidad.
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